Un melanoma es un tipo de cáncer de piel que se origina en las células llamadas melanocitos, que son las encargadas de producir la melanina, esa sustancia que da color a la piel, el cabello y los ojos. Aunque es menos común que otros tipos de cáncer de piel, el melanoma es más peligroso porque puede crecer y diseminarse rápidamente si no se detecta a tiempo. Son palabras del Prof. Esteban Daudén, académico de número de Dermatología de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME) y catedrático de Dermatología en la Universidad Autónoma de Madrid, con motivo del Día Mundial del Melanoma que se celebra el 23 de mayo.
¿Cuántos tipos de melanoma hay? Existen varias formas, pero el Prof. Daudén nos describe las más comunes:
Frente a esta variedad de melanomas, la recomendación fundamental del académico es "permanecer atento a cambios en la piel, como manchas nuevas, cambios en lunares existentes, o lesiones que sangran o no cicatrizan".
¿Cómo sabemos que un lunar se ha convertido en un melanoma? El Prof. Daudén proporciona las claves para identificar los melanomas siguiendo la sencilla regla "ABCDE":
No obstante, destaca el catedrático, "cualquier cambio en tamaño, forma, color, o si el lunar empieza a sangrar, picar o a formar costras, es una señal de advertencia, si bien no todos los lunares o manchas que presentan alguno de los signos anteriormente citados son melanomas. Cuantas más características de estas se cumplan, mayor sería la probabilidad de estar ante un melanoma". Además, añade, "si aparece un nuevo lunar o una mancha en la piel también puede ser motivo de preocupación".
En España se diagnostican cerca de 8.000 melanomas nuevos al año. Afortunadamente, "cada vez se diagnostican de forma más precoz, lo cual es fundamental para mejorar los porcentajes de curación y supervivencia de los pacientes", asegura este dermatólogo, quien hace hincapié en la importancia de hacerse un chequeo periódicamente de lunares con finalidad preventiva. "La frecuencia del chequeo dependerá de los antecedentes familiares con melanoma, el fototipo de piel de la persona, el tipo y número de lunares, pero lo más habitual es llevarla a cabo una vez al año", reconoce.
En general, según afirma el Prof. Daudén, los médicos de Atención Primaria están muy bien preparados para identificar melanomas y la mayoría de ellos disponen de un dermatoscopio que les ayuda en el diagnóstico. Cuando tienen cualquier tipo de duda, lo derivan al dermatólogo. "Cuando un melanoma es diagnosticado, lo primero es extirparlo y analizarlo con un amplio margen de seguridad y así poder etiquetar el subtipo y características de la lesión, es decir, su profundidad, el índice de actividad, etc. Una vez confirmado, es preciso hacer un estudio de extensión para valorar si el melanoma permanece localizado o se ha extendido a otros tejidos", manifiesta.
Para protegerse del sol, el uso de fotoprotectores es esencial. Hay muchos tipos de fotoprotectores, aunque se aconseja siempre un factor de protección de 50 o mayor, y es conveniente individualizar el producto a aplicar y dejarse aconsejar por el médico, dermatólogo o farmacéutico. "Un fotoprotector va perdiendo eficacia a medida que pasa el tiempo, especialmente si se suda mucho o tras el baño, aun cuando sean resistentes al agua. Por ello, es recomendable renovar su aplicación periódicamente", recuerda con énfasis el Prof. Daudén.
Globalmente, el melanoma es más frecuente en los varones, aunque sin grandes diferencias con el sexo femenino. Suele diagnosticarse en la edad adulta, generalmente por encima de los 50 años, pero no se puede descartar edad alguna. "Podemos ver melanomas en niños y jóvenes. La mayoría de la población es consciente del riesgo que conllevan las largas exposiciones al sol. No obstante, todavía queda mucho por hacer. La protección solar debería iniciarse en la infancia", concluye este académico de la RANME.