Alrededor del 10% de la población, más de 4 millones de personas en España tienen insomnio crónico, ya sea por despertarse temprano, dificultad para conciliar el sueño o sufrir constantes despertares durante la noche. "La proporción de mujeres es un poquito superior al de hombres. El insomnio puede estar presente en todas las edades, pero su frecuencia se incrementa con la edad", asegura el Prof. Julio Artieda, académico correspondiente de Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME), con motivo del Día Mundial del Sueño que se celebra hoy.
Este catedrático emérito de Neurología de la Universidad de Navarra explica que alrededor de un 40% de la población en nuestro país ha tenido o tiene un trastorno del sueño. "Los trastornos del sueño son de distintos tipos, destacando por su frecuencia el insomnio, el síndrome de movimiento periódicos de las piernas y los trastornos respiratorios durante el sueño, como es el síndrome de apneas del sueño", apunta.
¿A qué motivos se debe este insomnio? "Entre las principales causas destacaría el estrés y las preocupaciones, ya sea por el trabajo, la salud, la familia o el dinero. Los malos hábitos del sueño, los viajes o los horarios de trabajo que alteran el ritmo sueño-vigilia son otras causas frecuentes", enumera este académico. Otras causas son la ingesta crónica de drogas estimulantes, alcohol, tabaco, una excesiva cafeína o su toma a un horario inadecuada. Las alteraciones de la salud mental, como la ansiedad y la depresión, también están entre los motivos. "También enfermedades neurológicas, respiratorias o sistémicas pueden producir una disminución o poca calidad del sueño, ya sea por la propia enfermedad o por su tratamiento", recuerda.
Para dar con un buen tratamiento del insomnio, es fundamental llegar a conocer su causa y actuar específicamente sobre ella. Como las causas son muy numerosas, el tratamiento es muy variado. "Una mejora de los hábitos de sueño o de la vida puede bastar para controlarlo. A veces, es necesaria una intervención psicológica, como la terapia cognitivo conductual, que tiene buenos resultados. Si existe una enfermedad neurológica, mental, respiratoria o de otros órganos, debe ser vista por el especialista y tratar la enfermedad causante", destaca el Prof. Artieda.
Si la causa no llega a identificarse, no es tratable o si el tratamiento específico no es suficiente, se pueden utilizar fármacos hipnóticos. "Existe una gran variedad de fármacos hipnóticos con distintos mecanismos y duración de su acción. Siempre deben ser indicados y controlados por el médico de familia o el especialista. La duración del tratamiento debe ser breve", señala este experto.
¿Y cuál es el papel de la melatonina? La melatonina es una hormona natural que se genera en el cerebro en la región pineal y que tiene un papel clave en la regulación del ciclo sueño-vigilia, entre otras acciones. Durante muchos años se debatió si tenía una utilidad en los trastornos del sueño. "Hoy en día hay estudios que avalan su eficacia en el tratamiento de ciertas alteraciones del ciclo sueño-vigila, como es el síndrome de retraso de fase del sueño. Desde hace unos años existen en el mercado varias formulaciones que contienen melatonina. Como todo fármaco tiene sus indicaciones, contraindicaciones, efectos secundarios e interacciones con otros medicamentos. Por ello, debe ser indicada por un especialista médico y no utilizarla en trastornos del sueño que no van a mejorar con ella", revela este académico, quien reconoce que reconoce que "existe una tendencia a la automedicación con estos suplementos alimenticos que contienen melatonina, incluso en la población infantil, que ha alarmado a algunas sociedades científicas".
Mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y cerebrovascular si no dormimos bien
El Prof. Artieda hace énfasis en la importancia de mantener una buena higiene del sueño y tener una rutina diaria de hábitos antes de acostarse, por ejemplo, evitando mirar la pantalla del móvil una hora o dos antes de meterse en la cama, evitando cenas muy pesadas difíciles de digerir o que vayan acompañadas de alcohol y tabaco, intentar dormir en una habitación tranquila sin ruidos y oscura, así como regular la temperatura de la habitación.
"Dormir mal es un factor de riesgo de hipertensión arterial y otros componentes del síndrome metabólico, lo que conlleva un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y cerebrovascular. También se ha invocado como factor de riesgo de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer", confiesa este académico.
A su vez, enfermedades neurodegenerativas alteran la duración y calidad del sueño. "Incluso, ciertas alteraciones del sueño como son los trastornos del comportamiento del sueño REM (movimientos oculares rápidos) pueden ser un indicador precoz de enfermedad, ya que pueden aparecer antes que otros síntomas en enfermedades neurodegenerativas que cursan con acumulación de alfa-sinucleina, como es la enfermedad de Parkinson", revela.
De la misma manera, dormir poco también se ha relacionado con un mayor riesgo de trastornos metabólicos, de infecciones o mortalidad prematura. "Quienes duermen mal tienen un mayor riesgo de contagiarse con virus y de padecer enfermedades como el resfriado y la gripe. La razón es que la falta de sueño produce una modificación del sistema inmune haciéndolo menos eficaz en el control de ciertas infecciones", concluye el Prof. Artieda.